
Evangelio del día 11 julio 2025 (Os envío como ovejas entre lobos)
Viernes de la 14ª Semana del Tiempo Ordinario
EVANGELIO (Mateo 10, 16-23)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Mirad que yo os envío como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero ¡cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
«El Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros».
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. En verdad os digo que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
En el evangelio que precede a nuestro texto de hoy, Jesús ha enviado a sus discípulos: “Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos”. Y no solo les ha explicado que deben expulsar demonios y sanar enfermos, sino que lo deben hacer desde la austeridad, el desprendimiento, la experiencia de la gratuidad y como sembradores de paz. Hoy Jesús, lejos de toda ingenuidad, insistirá en las dificultades. Sus discípulos, como él, serán incomprendidos y perseguidos. Pero no hay nada que temer: el Espíritu del Señor está con nosotros.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Mateo, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, Jesús comienza el evangelio de hoy con palabras realmente dramáticas: “Os envío como ovejas entre lobos; ¡cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas, os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, seréis odiados por todos a causa de mi nombre”. Seguir a Jesús de cerca, vivir a su modo, anunciar el Evangelio conlleva incomprensión, burlas e, incluso, persecución. Se da una unidad total del creyente auténtico con Jesús. No sólo unidad de vida, sino también unidad de destino. Nos lo decía el Señor en el evangelio de Juan: “No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán”. Hasta familia y amigos manifestarán rechazo. ¿Pero cuál es la razón de esta persecución? El motivo es que los verdaderos discípulos que viven con su confianza puesta en Dios y no en las cosas, que sirven sin esperar nada a cambio y que lo único que odian es la vanidad, la soberbia y el egoísmo, desenmascaran con sus palabras y sus obras el pecado del mundo, que vive y exige una lógica absolutamente contraria a la que Jesús nos invita a vivir. Es eso que el evangelista Juan explica respecto de Jesús en el prólogo de su evangelio: “La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió”. La luz, para la tiniebla, es una verdadera amenaza. Pero no por ello podemos dejar de brillar.
Pregúntate: ¿sufres rechazo, burla, incomprensión o incluso persecución por seguir a Cristo con radicalidad? ¿O no padeces reservas de otros porque en tu vida apenas brilla esta luz de Jesús?
En segundo lugar, quiero fijar mi mirada en esa expresión tan llamativa de Jesús: “Sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas”. Con este “sed sagaces como serpientes”, Jesús no nos está pidiendo que seamos retorcidos o falsos, sino que aprendamos a discernir también las situaciones, a no exponernos ligeramente al peligro y la confrontación o, dicho de otro modo, a no meternos directamente “en la boca del lobo”. Existe una sagacidad o inteligencia en el anuncio de la fe. Pero ojo, justo a continuación destaca Jesús algo aún más importante: “Sed sencillos como palomas”. Nos pide, no que seamos ingenuos, sino sinceros, leales, transparentes; porque esa sencillez, esa humildad será un verdadero testimonio. En definitiva, este equilibrio de discernimiento y sencillez será un signo del seguidor de Jesús.
Pregúntate: ¿eres sencillo de corazón o esa sagacidad tuya roza la doblez y la falsedad?
En tercer lugar, y esto es lo más importante, aunque el seguidor del Señor se vea como oveja entre lobos, incomprendido, incluso perseguido, no tiene por qué temer. Dios siempre triunfa. Por eso tenemos que llenarnos de optimismo y de esperanza, porque sabemos muy bien en quién tenemos depositada nuestra confianza. Y muestra Jesús tres motivos concretos para cultivar la esperanza en medio de la prueba. Primero, “el Espíritu hablará por ti”. Claro que tendrás que formarte pero, sea como sea, si hablas en su nombre, si actúas con él y como él, se evidenciará en ti la fuerza de Dios. Segundo, todo aquello que hagas, dice Jesús hoy, servirá como testimonio. Hasta tu debilidad y humillación hablarán de Dios. Y tercero, una promesa: “el que persevere hasta el final, se salvará”. Con el Señor, siempre todo es para bien, siempre vencerás. Tu pecado, tus reservas, tus limitaciones no serán freno jamás para la acción de Dios y de su Espíritu Santo en ti. Al contrario, en esa debilidad tuya de tus pecados y de la prueba se manifestará la fuerza de Dios. Lo dice bellamente san Pablo en su segunda carta a los Corintios: “Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo”. Ya lo has oído: en la persecución, en la tribulación, incluso en la muerte, se manifestará con toda su potencia la vida, la resurrección del Señor.
Ahora medita: ¿muestras tu confianza y esperanza en medio de las pruebas y persecuciones o pierdes fácilmente el ánimo y te muestras pesimista?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te lleve a seguir a Jesús de cerca, a pesar de las pruebas y sufrimientos que pueda conllevar. Y sientas siempre en ti esa fuerza imparable de su Santo Espíritu, que se manifestará incluso en tu debilidad.
ORACIÓN
Señor Jesús, a veces seguirte se me hace cuesta arriba. Y a ello se suman, no solo las incomprensiones, sino mis egoísmos, perezas y miedos. Hoy te pido que me des tu Espíritu Santo, para que no me avergüence nunca de ti, sino que cumpla siempre fielmente mi misión de apóstol, de enviado tuyo.