
Evangelio del día 12 mayo 2025 (Yo soy la puerta de las ovejas)
Evangelio y Reflexión
EVANGELIO (Juan 10, 1-10)
En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
«Yo soy la puerta de las ovejas: quien entre por mí se salvará».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
El evangelio de hoy nos ofrece esta preciosa parábola del Buen Pastor. Jesús se identifica con esta sugerente imagen del pastor que conoce a sus ovejas, que busca siempre su bien. Una imagen preciosa que expresa el cuidado y la ternura que Dios tiene con cada uno de nosotros.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Juan, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, la imagen del pastor tiene un profundo sabor bíblico, que sin duda inspira a Jesús. Imposible no recordar aquí ese maravilloso Salmo 23: «El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan”. Igualmente hay que traer aquí las palabras de capítulo 34 del profeta Ezequiel, unas palabras que Jesús viene a cumplir: “Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel. Diles: ‘¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, las apacentaré en pastos escogidos. Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas’”.
Te invito a que, en unos segundos de silencio, medites estas palabras de la Escritura y, particularmente, repitas en tu corazón: “El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar”.
En segundo lugar, quiero insistir en esa denuncia de Jesús inspirada en esas palabras del profeta Ezequiel que hemos escuchado. A los falsos pastores de Israel (sumos sacerdotes, escribas, fariseos) solo les importan su imagen y sus intereses. Lían fardos pesados sobre los hombros de la gente y, finalmente, son hipócritas, porque ni siquiera cumplen lo que dicen. Se refiere Jesús a ellos llamándoles “ladrones y bandidos”, que ni siquiera entran por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que lo asaltan. Jesús, por el contrario, se presenta como el pastor de las ovejas. Su autoridad y su misión son auténticas. Pero no se realizan desde el poder, sino en el servicio hasta la entrega de su existencia para que, como dice el propio Jesús hoy, las ovejas tengan vida y la tengan abundante. Y no solo lo hace desde el servicio, sino también desde la ternura. Dice Jesús: «Las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a las ovejas y las saca fuera y encuentran pastos; camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz”.
¿Has experimentado este amor maravilloso de Jesús, cómo te sirve y te cuida? ¿Cuidas tú a tus hermanos de esta manera, en verdadero servicio y con ternura?
En tercer lugar, Jesús dice: “Yo soy la puerta de las ovejas”. Antes había exclamado: «El que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas”. Pues bien, Jesús no es solo el pastor que apacienta, sino la misma puerta a ese aprisco donde las ovejas son mimadas, cuidadas, amadas. Jesús es la puerta de acceso a la vida verdadera, a la plenitud, al alimento verdadero. Más aún, Jesús es la puerta de acceso a Dios, a su reino de amor, de vida, de abundancia, esos eternos pastos de hierba fresca y verde. Y, además, el texto nos ofrece un detalle precioso. Dice Jesús: «Quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. Quien entre por esta puerta de Jesús, no solo encontrará pastos (paz, alegría) y se salvará (es decir, gozará de vida para siempre), sino que «podrá entrar y salir». Ese aprisco, esa cerca donde están las ovejas, no es un lugar de esclavitud, de una vida menguada. Al contrario, ese “podrá entrar y salir” se refiere a que es un espacio de absoluta libertad, de plenitud, de comodidad. Vivir en Dios no es vivir aminorado, venido a menos, sino libre, pleno, feliz.
¿Sientes esta felicidad y esta libertad de vivir en Dios, cuidado por el Buen Pastor, tu amigo y Señor Jesús?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te lleve a experimentar más profundamente el maravilloso cuidado que Dios te dispensa. A diferencia de otros ladrones y bandidos, que solo querrán llevarte a sus pastos, que son tierras yermas y raquíticas, el Buen Pastor te llevará a los mejores pastos y fuentes de paz, alegría, abundancia y fraternidad. .
ORACIÓN
Señor Jesús, tú eres el Buen Pastor. ¿Cómo un Dios tan grande tiene tanto amor y ternura con un ser tan pequeño y tan frágil como yo? Muchas veces me he ido por cañadas oscuras, Señor, pero tú me has buscado, me has encontrado, me has cargado sobre tus hombros y traído de nuevo a tu aprisco, donde se goza del amor y de la vida auténticas. Hoy te pido, Señor, que no permitas que me vaya jamás de tu lado. Te amo, Señor.