Evangelio del día 16 mayo 2025 (Yo soy el camino y la verdad y la vida)

Evangelio y Reflexión

EVANGELIO (Juan 14, 1-6)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar.

«Me voy a prepararos un lugar, para que donde estoy yo estéis también vosotros».

Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».

REFLEXIÓN

INTRODUCCIÓN

El evangelio de hoy está tomado de la primera parte del discurso de despedida de Jesús. Ha hablado a sus discípulos de la traición de Judas, de la triple negación de Pedro y, también, de su propia partida, de su muerte. Todos están desanimados e, incluso, consternados. Pero el Señor les dice: “No os turbéis, me voy a prepararos un lugar”.

REFLEXIÓN Y PREGUNTAS

A propósito de este texto del evangelio de Juan, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:

En primer lugar, llama profundamente la atención ver la turbación, consternación o conmoción profunda en que se hallan los discípulos. Jesús, que ha de pasar por el terrible trance de la pasión, les anima, les tranquiliza. Y no lo hace como esos gurús o coaches, con ánimos o esperanzas vacías de tú puedes o sal de tu zona de confort«. No. La respuesta a la turbación en momentos de prueba se halla en Dios, se halla en él. Por eso, Jesús les dice: «Creed en Dios y creed también en mí. No les está diciendo: «Creed este artículo de fe o esta verdad. No se trata de conocer, de saber, de aprender. Con ese «creed en Dios y en mí está diciendo en realidad: «Confiad en mí, estad unidos a Dios. Les está invitando a una adhesión profunda, fuerte, con su persona y con su Padre. Seguro que tú también has pasado, o estás pasando, momentos de turbulencia. Pues bien, Jesús te dice hoy: «Cree en Dios, cree en , apóyate en Dios, vive en él, siente su fuerza, confía en él.

Pregúntate: ¿te apoyas en Dios en los momentos de dificultad? ¿Es tu fe verdadera fortaleza en medio de las turbulencias que te hacen temblar?

En segundo lugar, Jesús añade: “Me voy a prepararos un lugar. Os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. En la casa de mi Padre hay muchas moradas”. Todas estas palabras de Jesús hablan de hogar, de casa, de acogida, de familia, de comunión, de intimidad. Jesús resucitado no se va a vivir glorioso ajeno a nosotros, sino que va a prepararnos sitio, a llevarnos con él, a convocarnos como familia de Dios. Ni siquiera se trata de un lugar cuasi físico, sino de una relación, de una comunión como la que él tiene con el Padre, una relación de amor y de vida.  Por tanto, no se trata ya de ese Dios que causa estupor o sobrecogimiento, ante el que solo podríamos ser siervos o esclavos, sino de ese Dios Padre tierno, acogedor, que nos hace hijos, hermanos de Jesús. Su presencia no es ese templo gigantesco de Jerusalén lleno de incienso y sacrificios vacíos, sino esa relación familiar de amistad con él. El temor, lo sacro, deja lugar a la confianza y a la cercanía.

Medita: ¿vives ya esa familiaridad y esa cercanía con Dios? ¿Crees en esa vida eterna, esa vida plena que él tiene preparada para ti? ¿O vives aún en la incertidumbre y en el temor? 

En tercer lugar, Jesús añade: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Jesús está diciendo así que él es el verdadero mediador, él es el camino, el definitivo revelador (es decir, la verdad) y el único salvador (es decir, la vida). Quiero explicarlo un poco más. Jesús es el camino, una imagen que evoca a ese camino del pueblo de Israel hacia la tierra prometida. Pues bien, ahora seguir a Jesús, caminar con él, recorrer su camino de entrega y de servicio, te llevará a alcanzar la vida verdadera, es camino seguro a la tierra de Dios, a la comunión plena con Dios, a la vida eterna. Y no hay atajos. Por eso dirá: «Nadie va al Padre sino por ”. Jesús es también la verdad, la revelación plena de Dios. Solo él, que conoce al Padre profundamente, puede dárnoslo a conocer. Él no habla de oídas sino de lo que conoce bien, de su mismo ser. Y él no te revela historias lejanas a ti, sino la verdad de tu mismo ser: tu origen, tu vocación, tu destino. Y él es la vida, el único que con Dios la posee en plenitud, el único que puede comunicarla, compartirla contigo, llenarte de vida eterna. Él, resucitado, vive lleno de la vida de Dios. Y de ella participas ya por el bautismo y por ese encuentro constante con él en la oración, en la eucaristía, en la Palabra, en el hermano, en el pobre. Por eso, hazte uno con Jesús. Sigue sus huellas y descubrirás la verdad de tu ser y experimentarás felicidad, dicha, vida verdadera, que un día será plena en Dios.

Pregúntate ahora qué caminos transitas tú, qué verdades sigues y qué vida vives. ¿Son caminos torcidos, verdades a medias, algo de vidilla o es el camino, la verdad y la vida plena de Jesús?

CONCLUSIÓN

Pues que este evangelio te lleve a unirte más y más a Jesús, camino, verdad y vida; a llenarte de esperanza con su Palabra y sus promesas, y a dejar que él consuele y sane las heridas que provocan en ti el miedo, la incertidumbre y la desesperanza.

ORACIÓN

Pues que este evangelio te lleve a unirte más y más a Jesús, camino, verdad y vida; a llenarte de esperanza con su Palabra y sus promesas, y a dejar que él consuele y sane las heridas que provocan en ti el miedo, la incertidumbre y la desesperanza.

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