
Evangelio del día 30 abril 2025 (Tanto amó Dios al mundo)
Evangelio y Reflexión
EVANGELIO (Juan 3, 16-21)
«Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
«Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
En el evangelio de hoy, Jesús continúa su dialogo con Nicodemo, jefe judío que ha ido a visitarle de noche. A él le ha invitado ya a nacer de nuevo. Después le ha confesado su identidad: “Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, yo, el Hijo del hombre». Hoy le va a hablar con toda claridad de Dios y su voluntad. Un Dios Amor que quiere que todos se salven, que todos gocen de su vida eterna.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Juan, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, y aunque parezca un detalle secundario, quiero fijarme en una expresión de Jesús en el evangelio de hoy: “Tanto amó”. Jesús está hablando de Dios, su Padre. Podría haber destacado su gloria, su omnipotencia, su sabiduría. Pero no, centra todas las fuerzas en su amor. Y, además, en grado sumo. Dios no ha amado al ser humano un poco, no lo ha creado en un momento de aburrimiento o para su servidumbre, sino que lo ha amado tanto, tantísimo, con locura. Somos el ojito derecho de Dios o, como dice él mismo dice en el libro de los Proverbios: “Mis delicias están con los hijos de los hombres”. De Jesús en la Última Cena se dice con rotundidad: «Los amó hasta el extremo». Y está claro que quien ve a Jesús, ve al Padre. Por tanto, Dios nos ama hasta el extremo. Y todo lo que él ha hecho con nosotros es una historia de amor.
Pregúntate ahora: ¿sientes este amor loco, incondicional, de Dios por ti?
En segundo lugar, este amor de Dios es tan grande que le ha llevado a hacer locuras. Nos lo dice expresamente el texto de hoy: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su hijo Unigénito”. Dios no se ha quedado alegremente en su cielo. Nuestro Dios no es un dios descomprometido. Le hemos costado mucho, le hemos salido caros, por así decirlo. Tanto nos ha amado que nos ha dado a su propio hijo, a su Unigénito, es decir, a su Hijo único, que se ha encarnado para hacérsenos cercano, para llenarnos de sentido, de esperanza, de luz. Lo dice el texto de hoy: «La luz vino al mundo, aunque algunos prefirieron la tiniebla a la luz». Y, por amor, ha estado dispuesto a asumir la injusticia, la soledad y el abandono hasta la cruz. Pues bien, la invitación que hoy nos hace Jesús es que vivamos este amor loco. Y ello constituye el juicio. Y nos lo sugiere el texto: se trata de que tú actúes con este mismo amor, que obres la verdad, es decir, que ames de verdad, que pongas luz, que tus obras sean según Dios, es decir, según este amor.
Por eso, pregúntate: ¿cómo es tu amor? ¿Es un amor calculador, que únicamente devuelve lo que recibe? ¿O tu amor es también, aunque sea ocasionalmente, excesivo, extremo, generoso, incondicional, como el de Dios?
En tercer lugar, quiero insistir en que Dios no se ha acercado a nosotros, no nos ha dado a su Hijo para juzgarnos, para condenarnos, para esclavizarnos. Nos dice hoy el evangelio: lo ha hecho “para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna… para que el mundo se salve por él”. Este amor loco de Dios constituye nuestra vida, nuestra razón de ser, nuestra salvación. Solo el amor puede salvar el mundo. Solo el amor llena de vida y esperanza. Y solo el amor, como dijo el genial teólogo Von Balthasar, “solo el amor es digno de fe”.
Pregúntate: ¿todavía se te cuela la imagen de un dios controlador, castigador, justiciero? ¿O sientes continuamente su bendición, su perdón, su ternura y su cercanía constantes?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te lleve a impresionarte por este amor loco de Dios, que ha estado dispuesto a darse a ti por entero, para que te contagies de su amor, para que vivas una vida llena de sentido, de esperanza, de luz.
ORACIÓN
Señor Jesús, mi amor está a años luz del tuyo. Muchas veces mis obras están atravesadas de tinieblas o, como mínimo, de tonos muy grises: intereses, egoísmos, críticas, bajezas. Hoy te pido que me llenes de ti, de tu luz, de tu amor, de esa generosidad, de modo que pueda ser y hacer lo que tú quieres de mí.