
Evangelio del día 13 febrero 2025 (Le rogaba que echase el demonio de su hija)
Evangelio y Reflexión
EVANGELIO
Miércoles de la 5ª Semana del Tiempo Ordinario
(Marcos 7, 24-30)
En aquel tiempo, fue Jesús a la región de Tiro. Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse. Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: «Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
«La mujer era pagana y le rogaba que echase el demonio de su hija».
Pero ella replicó: «Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños». Él le contestó: «Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija». Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
El evangelio de hoy nos sitúa a Jesús en Tiro, la actual Líbano. Una mujer sirofenicia, o cananea según el texto paralelo de Mateo, intercede ante Jesús por su hija enferma. La respuesta del Señor nos deja sorprendidos: pareciera una evasiva para no concederle su favor.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Marcos, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, conviene explicar el significado de algunas ideas que aparecen en el texto de hoy. La mujer que se presenta ante Jesús no es judía, sino una pagana, una gentil. Para los judíos, los gentiles eran impuros, perdidos, no eran destinatarios de la salvación de Dios. Tanto es así, que los judíos llamaban a los gentiles despectivamente “perros” o “perritos”. Lo indicábamos ya ayer: lo puro y lo impuro. Judíos puros, paganos impuros; judíos cerca de Dios, paganos perdidos y condenados. De ahí se entiende que diga Jesús: “no está bien tomar el pan de los hijos (es decir, el pan destinado al pueblo elegido, los judíos, el pueblo de Israel) y echárselo a los perritos (es decir, dárselo a los paganos)”. La imagen, además, es muy sugerente, porque en tiempos de Jesús los comensales se limpiaban las manos y los dedos con migas de pan que echaban al suelo y comían los perros. Sea como sea, conociendo a Jesús, que acoge y sana siempre, empezando por los últimos, podemos imaginar, como veremos después, que sus palabras no son un desprecio hacia la mujer sino una provocación para suscitar en ella fe y oración y para mostrarnos una verdad más profunda.
En segundo lugar, quiero centrarme en esta provocación de Jesús. Jesús provoca en esta mujer verdadera fe. La sirofenicia llama a Jesús “Señor”, lo reconoce por tanto como Mesías, como Hijo de Dios lleno de poder. Es una fe que, además, se traduce en confianza: confía en que Jesús puede sanar a su hija y que, lleno de misericordia, lo hará. Y ciertamente sucede. Le dirá Jesús: “Por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija”. Es la fe la que obra el milagro. Y esta misma idea aparece en el Evangelio de diversos modos con expresiones de Jesús como: “Que te suceda conforme a tu fe” o “no pudo hacer allí milagros por su falta de fe”. Es la fe la que obra milagros. Si tienes fe, el Señor hará milagros en ti. Esta mujer es hoy por tanto para ti un ejemplo de fe, de confianza en Jesús.
¿Confías en Jesús y en su poder? ¿Crees que la fe puede obrar en ti milagros?
En tercer lugar, Jesús provoca en la mujer un profundo sentido de oración y de intercesión. Una fe suplicante: la mujer se echó a los pies de Jesús, le rogaba que sanase a su hija, replica a Jesús y le pide aunque sea unas pocas migajas. Esta mujer pagana, impura para los judíos, es un ejemplo precioso de oración auténtica.
¿Te echas tú también a los pies de Jesús, le suplicas con insistencia para que el Señor te sane a ti y a los tuyos?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te lleve a huir de toda consideración de pureza e impureza, de marginación o de desprecio de las personas. Todos somos hijos amados de Dios, llamados a recibir su pan, su alimento. Jesús nos ha mostrado hoy que lo vital es la fe y la oración, que él intenta provocar y suscitar en ti.
ORACIÓN
Jesús mío, mi fe y mi oración son a menudo muy pobres. Me falta constancia e insistencia en la oración. Rezo muchas veces como una rutina, me despisto, es superficial. Por eso hoy te pido que mi fe en ti sea inquebrantable, que te suplique siempre de corazón, y que alimentes siempre mi vida con el pan de la fe, de la esperanza y del amor.