Evangelio del día 28 febrero 2025 (Serán los dos una sola carne)

Evangelio y Reflexión

EVANGELIO

Viernes de la 7ª Semana del Tiempo Ordinario
(Marcos 10, 1-12)

En aquel tiempo, se marchó Jesús a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba. Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?». Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?». Contestaron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer.

«Serán los dos una sola carne».

Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.Él les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

REFLEXIÓN

INTRODUCCIÓN

En el evangelio de hoy, ciertamente aborda Jesús la cuestión del divorcio, que para los judíos estaba perfectamente permitido y, lamentablemente, bajo casi cualquier circunstancia. Pero, sobre todo, el Señor nos muestra hoy la grandeza del matrimonio, un don que Dios soñó que fuera para toda la vida.

REFLEXIÓN Y PREGUNTAS

A propósito de este texto del evangelio de Marcos, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:

En primer lugar, el texto de hoy comienza con una pregunta que unos fariseos dirigen a Jesús: ¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?. En el texto paralelo del evangelista san Mateo, la pregunta es ligeramente diferente. No se pregunta a Jesús por la licitud del divorcio, sino por si es lícito divorciarse por cualquier motivo. Con esta pregunta, los fariseos darían por supuesta la licitud del divorcio, y únicamente preguntarían a Jesús por las razones que permitirían el divorcio. Sea como sea la pregunta, lo que vemos, lamentablemente, es que los judíos toleraban el divorcio con toda normalidad. La ley de Moisés, concretamente en el libro del Deuteronomio, decía: “Si uno se casa con una mujer y luego no le gusta, escriba el acta de divorcio, entréguesela y échela de casa”. Los judíos se habían acostumbrado a esta práctica escandalosa, que además recaía duramente sobre las mujeres, que eran frecuentemente expulsadas por sus maridos de casa y dejadas completamente desprovistas. Sí había en el judaísmo cierta discusión sobre los motivos que eran admisibles para este repudio de la mujer. Jesús, por su parte, tan comprensivo siempre con los más débiles y solidario con las mujeres, no entra a discutir los motivos para el divorcio, sino que va a la raíz. Tajantemente, dirá escandalizado: “Solo por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres”. Insisto: Jesús está denunciando aquí la arbitrariedad por la que un varón expulsaba sin más a la mujer de su casa y la repudiaba, olvidando completamente el amor y el cuidado de la persona.

Párate un momento. Mírate a ti: ¿eres tú también duro de corazón con quienes te rodean?

En segundo lugar, hemos apuntado ya que Jesús se escandalizaba con esa dureza de corazón que permitía a los judíos repudiar a la mujer por casi cualquier motivo. Hay aquí también una defensa clara de la dignidad de la mujer por parte de Jesús. Pero hay algo más: que, como nos recuerda Jesús, al principio no era así. Y cita para ello el libro del Génesis: Al principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre«. Y todavía después explicará Jesús a sus discípulos: “Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”. Jesús, como he dicho, está yendo a la raíz de la cuestión, que es el plan inicial de Dios sobre esa profunda unión entre el hombre y la mujer. Y en ese plan inicial de Dios sobre el matrimonio, no estaba el interés, o lo arbitrario de que el hombre se sintiera o no a gusto con su mujer (como dice el Deuteronomio), sino el amor, que es tan profundo que hace que hombre y mujer lleguen a ser una sola carne.

En tercer lugar, Jesús no estaría así juzgando la separación o el divorcio que algunos de nuestros hermanos sufren con mucho pesar y con situaciones a veces inevitables, sino que estaría apuntando a lo positivo, a la razón de ser del matrimonio, ese designo primero de Dios: el amor, la fidelidad, el para siempre.

Pregúntate: ¿crees en el amor verdadero, para siempre? ¿Eres fiel?

CONCLUSIÓN

Pues que este evangelio te lleve a dirigir la mirada a ese designio maravilloso que tiene Dios para el ser humano, que tiene siempre que ver con el amor y la fidelidad, que duran para siempre.

ORACIÓN

Señor Jesús, hoy te pido por todos los matrimonios, para que vivan su amor con fidelidad y alegría, apoyados en ti. Te pido especialmente por los que están pasando por momentos de dificultad o los que han visto fracasar su matrimonio, para que los sostengas con tu amor y los sanes con tu misericordia.

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