
Evangelio del día 30 enero 2025 (¿Se trae la lámpara para meterla debajo de la cama?)
Evangelio y Reflexión
EVANGELIO
Jueves de la 3ª Semana del Tiempo Ordinario
(Marcos 4, 21-25)
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae la lámpara para meterla debajo del celemín o debajo de la cama?, ¿no es para ponerla en el candelero? No hay nada escondido, sino para que sea descubierto; no hay nada oculto, sino para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga».
«La medida que uséis la usarán con vosotros».
Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
En el evangelio de hoy, Jesús nos ofrece hasta cuatro ideas de máxima importancia para nuestra vida cristiana: sé luz, no lleves una vida doble, oculta, sé transparente, usa una medida misericordiosa con los demás y date por entero. Cuatro puntos que constituyen una verdadera guía para tu vida de fe. ¿Podría haberlo dicho mejor el Señor?
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Marcos, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, Jesús nos habla de una lámpara y nos llama la atención sobre lo ridículo que sería encenderla y meterla debajo del celemín o de la cama. Las lámparas se encienden para ponerlas en lo alto, en el candelero, para que alumbre a todos los de casa. Créetelo: esta luz, esta lámpara, eres tú. Por el bautismo eres portador, no de una luz tenue, sino de la luz radiante de Cristo Jesús. Tu vocación es brillar como el sol. Y, sin embargo, ¡cuántas veces has anulado esta luz, que está en ti, ocultándola bajo vasijas de orgullo, de pecado, de juicios, de antitestimonio o, simplemente, del qué dirán! Hoy el Señor te dice: ¡sé mi luz! Esa alegría, esos dones que te he dado, ponlos al servicio de los demás, ¡que alumbren tanta oscuridad!
En segundo lugar, dice Jesús que “no hay nada escondido sino para que sea descubierto; nada oculto sino para que salga a la luz”. Como todas las palabras de Jesús, pueden tener significados diversos. Es la riqueza de la Palabra de Dios. ¿Qué es eso que está escondido y que llegará a saberse? Puede ser el mismo Evangelio, que tan desapercibido pasa para los hombres y mujeres de hoy, esa presencia de Dios entre nosotros que un día será plenamente visible y aceptada por todos. Es esa Verdad (con mayúscula), que queda tantas veces oculta en medio de tanta mentira que se nos presenta hoy con pretensión de verdad.
Pero, mejor aún, piensa en ti: ¿qué es aquello que tú escondes?
Quizá tus dones, pero quizá también algo de bajeza que saca lo peor de ti. Jesús, con estas palabras, te invita también a una vida de autenticidad, de transparencia. Que aquello que se ve, sea lo que hay. No tengas nada que ocultar. Sé sincero y selo desde hoy o vivirás una vida dividida, esquizofrénica que, en definitiva, te acabará robando la paz y la felicidad.
En tercer lugar, nos ofrece Jesús dos ideas más. Primero, “la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces”. Es una invitación directa a que midas a los otros con comprensión y misericordia, porque con misericordia querrías ser tratado por Dios y los demás. ¿O acaso querrías recibir el rigor con el que a veces juzgas a los demás? Segundo, que “al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”. Este aparente juego de palabras halla su verdad en tu propia vida. Cuando has puesto tu luz a iluminar, cuando has puesto tus dones a trabajar, cuando te has dado por entero, ¿no has sentido que recibías mucho más? Quien da, ciertamente recibe, y recibe en abundancia. Sin embargo, si retienes lo que gratis has recibido, si solo tienes tiempo y cuidados para ti, perderás incluso lo que crees tener, y lo que finalmente tendrás es un gran vacío.
¿No es esta muchas veces, tristemente, tu historia?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te lleve a aceptar el reto de ser una lámpara en medio de la oscuridad; el reto de vivir sin opacidad, con transparencia. Que el único alarde de tu vida sea el de la misericordia, porque Dios ha sido misericordioso contigo. Y, además, te des por entero. Sin duda, recibirás así vida y vida en abundancia.
ORACIÓN
Señor Jesús, disipa de mi vida toda oscuridad. Ante ti no puedo esconderme. Ilumina mi corazón para que viva en la Verdad, para que alumbre a los demás, para que sepa reconocer tu misericordia conmigo y me contagie de ella para mirar así, como tú, a los que me rodean. Y una cosa más: que como tú te das a mí, sepa yo darme a ti y a mis hermanos.
