
Evangelio del día 28 marzo 2025 (¿Qué mandamiento es el primero de todos?)
Evangelio y Reflexión
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EVANGELIO
Jueves de la 2ª Semana del Tiempo Ordinario
(Marcos 12, 28b-34)
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo».
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
En el evangelio de hoy, Jesús nos regala el mandamiento clave de nuestra fe cristiana: amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo. Un mandamiento inseparable y que es sin duda para ti una llamada y un reto.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Marcos, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, fíjate en la pregunta que el escriba plantea a Jesús: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”. Detrás de esa pregunta hay una realidad asombrosa: el increíble sistema de mandamientos que promovían escribas y fariseos, que atendían no solo a los preceptos de la ley escrita en el Pentateuco, sino a esos preceptos derivados de tradiciones orales, recogidas después en la Misná y el Talmud, que constituían la friolera de más de 600 preceptos. Jesús responde brillantemente refiriéndose primero a ese “Shemá Israel” que todo judío decía mañana y tarde y que se recogía en el Deuteronomio: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. Y, en segundo lugar, el amor al prójimo ya enunciado en el Levítico, pero que Jesús amplia entendiendo “prójimo”, no como solían hacer los judíos, que remitían la palabra solo a sus parientes y compatriotas, sino referido ahora a todo ser humano.
¿Amas tú a Dios con todo el corazón, y se lo dices mañana, tarde y noche?
En segundo lugar, quiero que te fijes en un detalle. Jesús parece responder al escriba con dos mandamientos: uno, amar a Dios; y dos, amar al prójimo. Sin embargo, Jesús concluye diciendo: “No hay mandamiento mayor que estos”. No dice: «No hay mandamientos” sino “mandamiento«, porque es uno solo. Amar a Dios y al prójimo son las dos caras de una misma moneda. Amar a Dios es también amar al prójimo, y amar al prójimo es también amar a Dios. Lo dice clarísimamente la primera carta del apóstol Juan: “Si alguno dice: ‘Amo a Dios‘, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve”. Por cómo ames a tus hermanos sabrán los demás cuánto amas a Dios.
Pregúntate, pues: ¿Amas a tu prójimo como a ti mismo? ¿Tu amor a Dios se hace concreto en el amor al prójimo?
En tercer lugar, es llamativo que Jesús alabe la contestación del escriba, incluso que le diga que no está lejos del Reino de Dios. Recordemos la respuesta del escriba: “Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que amar a Dios con todo el corazón, y al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. El amor, en definitiva, es la clave, y no mil holocaustos o sacrificios. Y, sin embargo, en ocasiones la fe cristiana es percibida externamente como un sistema de culto y normas, de cánones y estructuras.
¿Qué nos falta a los cristianos para que seamos percibidos como esos hombres y mujeres, humildes y pecadores, sí, pero apasionados en el amor a Dios y a los hermanos, cercanos a todos, solidarios y comprometidos con los pobres?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te lleve a amar más y más a Dios, y que ese amor se haga manifiesto y concreto en el amor al prójimo, especialmente al más necesitado.
ORACIÓN
Dios, Padre bueno, te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente, con todo mi ser. Haz que te ame cada día más y más. Y que este amor tuyo desborde en mí hacia todos aquellos que me rodean.