
Evangelio del día 23 julio 2025 (Salió el sembrador a sembrar)
Miércoles de la 16ª Semana del Tiempo Ordinario
EVANGELIO (Mateo 13, 1-9)
Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló muchas cosas en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.
«Otra parte cayó en tierra buena y dio fruto».
Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta. El que tenga oídos, que oiga».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
En el evangelio de hoy, Jesús nos regala una de sus parábolas más célebres: la parábola del sembrador. Jesús usa imágenes sugerentes para hacernos más comprensibles los secretos del Reino de Dios, en definitiva, para darnos a conocer a Dios. Abre, por tanto, tu corazón y acoge el sentido profundo que esta parábola tiene, de parte de Dios, para ti.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Mateo, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, quiero fijarme en el sembrador. Imagina a este sembrador lanzando la semilla. Siembra abundantemente. Confía en que esa tierra que hay bajo sus pies acogerá la semilla y la hará fructificar. Ese sembrador es Dios. Ha sembrado en ti su Palabra, la vida, la fe, muchas cualidades, alegría, ilusión, entusiasmo. Y lo ha hecho abundantemente. Pero ese sembrador eres también tú, llamado a sembrar en el mundo sin escatimar todo eso que has recibido de Dios.
¿Siembras tú abundantemente alegría, esperanza, ilusión, amor, compromiso y solidaridad?
En segundo lugar, quiero que te fijes ahora en los distintos terrenos donde cae la semilla. El borde del camino incapaz de acogerla; los pájaros se la comerán. El terreno pedregoso donde creció rápido pero sin raíces y pronto se abrasó. La tierra entre abrojos, que hacen imposible el crecimiento. Y finalmente la tierra buena, donde brotó.
¿Cómo es la tierra de tu corazón?
Quizá tengas algo de todos estos terrenos. A veces la Palabra de Dios te pasa desapercibida y la escuchas como quien oye llover. Otras veces tienes grandes propósitos, pero tu inconstancia abrasa posibilidades mayores. Otras veces son tus ocupaciones, tus intereses, tus egoísmos los que impiden que acojas a Dios con más generosidad. Pero también, muchas veces, has acogido al Señor, has orado, le has dicho que le amas, has servido a tus hermanos. El reto hoy es que vayas labrando tu corazón para que sea cada vez más una tierra buena, preparada para acoger al Señor.
Insisto: ¿cómo es la tierra de tu corazón?
En tercer lugar, quiero centrar ahora la mirada en lo que constituye el núcleo de la parábola: que esa semilla en tierra buena da fruto abundante. Dice Jesús: “La semilla cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta”. El Señor ha sembrado en ti abundantemente, pero ¿habrá tierra buena en tu corazón? Si es así ¿qué fruto está dando? Quizá estás al treinta, y te sientes ya satisfecho, incluso en el sesenta. Pero el Señor te pide más. Quiere que su semilla dé fruto en ti al ciento por uno.
¿Estás dispuesto a buscar este “más” que te pide el Señor? ¿En qué puedes dar más fruto? ¿Más servicio, más alegría, mejores palabras?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te lleve a acoger, con más atención y generosidad, esa semilla que Dios ha sembrado en ti. Vales mucho, tu vida no puede ser estéril. ¡Deja que Dios haga fructificar tu vida!
ORACIÓN
Señor Jesús, tu vida dio fruto abundante: frutos de amor, de liberación, de entrega. Mi vida, por el contrario, es muy pobre, da fruto a duras penas. Hoy te pido que abones la tierra de mi corazón. Quiero servirte. No dejes que me conforme con menos. Quiero dar el fruto que tú soñaste un día en mí.