Papa Francisco desde la fe – 10 claves
Un don para la Iglesia y para el mundo
La muerte de nuestro querido papa Francisco ha tenido un enorme eco mediático.
Estos días, sin embargo, hemos sido testigos de cómo, una y otra vez, se ha querido describir al Papa desde perspectivas meramente humanas, como si se tratara de un líder político o un verso suelto dentro de una institución anticuada. También se ha hablado mucho de él en términos fundamentalmente utilitarios: si ha cumplido o no con tales o cuales expectativas, o realizado una supuesta agenda moderna. Y, sobre todo, se le ha intentado definir todo el tiempo desde conceptos puramente ideológicos: si era de derechas o de izquierdas, si era conservador o progresista…
Nosotros queremos ofrecerte una mirada distinta. Creemos, además, que es la única perspectiva que puede explicar en profundidad el ser y la misión del papa. Al Papa Francisco solo se le puede entender desde su pasión por Cristo y su amor a la Iglesia.
Desde SerCreyente.com queremos ofrecerte una mirada al Papa Francisco desde la fe.
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Primera clave. El Papa Francisco ha sido un discípulo, un seguidor, un amigo de Jesús. Toda su vida ha estado consagrada a amar más y más a Jesús, a servirle, a hacer su voluntad. El Papa ha sido muy consciente de cómo la gracia de Dios ha atravesado su vida entera. ¡Cuántas veces, como jesuita, con palabras de San Ignacio, le habrá dicho el Papa confiadamente al Señor: “Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis, a vos Señor lo torno, todo es vuestro. Disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta”! Sin el Señor en el centro, la vida del Papa Francisco no se entiende. La pasión que ha movido su existencia entera tiene un nombre: Jesús. Pregúntate: ¿es Jesús también el centro de tu vida?
Segunda clave. El Papa Francisco ha sido una persona de gran oración. Para él, Cristo no ha sido una idea, sino una persona, un amigo, un vivo con el que ha dialogado continuamente. Su rutina habitual comenzaba a las 4 de la mañana, con un tiempo extenso de oración en la capilla, frente a Cristo en el sagrario. Además, su devoción a la Virgen ha sido enorme. Él rezaba el rosario todos los días y sus viajes apostólicos comenzaban y terminaban siempre ante la Virgen María. Su última voluntad, de hecho, ha sido ser enterrado en la basílica Santa María la Mayor para reposar junto a María, esa tierna Madre que tanto le ha cuidado y bendecido. Mírate ahora a ti: ¿dedicas tiempo a la oración? ¿Tienes un trato familiar con Dios? ¿Amas de corazón a la Virgen María?
Tercera clave. El Papa Francisco ha sido un testigo de Jesús, con palabras y obras. Y no solo un testigo, sino un testigo auténtico. Su austeridad, su sencillez, su cercanía con todos han hecho creíble la Buena Noticia de Jesús incluso entre los no creyentes. Imposible imaginar a un líder político de nuestro mundo tan admirado y respetado como él. Será, además, recordado como el Papa de la misericordia. Incansablemente ha predicado que el nombre de Dios es misericordia, incluso convocó un Jubileo de la Misericordia. Se le ha llamado también el Papa de la ternura por sus caricias y abrazos a bebés, niños, ancianos y enfermos, que nos permiten imaginar cómo sería Jesús con la gente. Y ha brillado en él la alegría y el buen humor. Su primer escrito se llamó así: “La alegría del evangelio”. En él insistió en que con Cristo nace y renace la alegría. Por tanto, sencillez, cercanía, ternura, alegría… Son los mayores signos de credibilidad. ¿Vives tú en esta sencillez y alegría que brotan del Evangelio?
Cuarta clave. El Papa Francisco ha sido un hombre de Iglesia. Ha dedicado su vida entera a servir al pueblo de Dios. Son muchos los que, de un modo sesgado, presentan a Francisco como alguien muy diferente a la Iglesia, como si él hubiera sido un verso suelto sin conexión con una institución anticuada y apegada al poder. Nada que ver. El Papa Francisco fue elegido por los cardenales justamente para desempeñar con autenticidad esta misión. Él ha sido la mejor expresión de la vitalidad de la Iglesia, de su frescura, de su capacidad para mostrar la belleza del rostro de Cristo aquí y ahora. Al mismo tiempo, el Papa Francisco ha ayudado a toda la Iglesia a recordar su vocación de ser “hospital de campaña” que, como el buen samaritano, se acerca con compasión y venda las heridas de nuestro mundo tan lacerado, tan herido. El Papa también ha gritado, quizá como nunca antes se había hecho, que “en la Iglesia ninguno sobra, que ninguno está de más, que hay espacio para todos, todos, todos”. Finalmente, el Papa ha insistido en que somos Pueblo de Dios en camino. Y en esa sinodalidad, no solo brilla la dignidad común de todos los cristianos sino que se subraya que todos somos responsables en la misión evangelizadora de la Iglesia. ¿Te sientes Iglesia, vives tu fe en comunidad? ¿Participas activamente en la labor evangelizadora de la Iglesia?
Quinta clave. El Papa Francisco ha querido poner en el centro, como el Señor, a los más pobres. Con sus palabras y gestos nos ha recordado la radicalidad de la vida cristiana. Así lo dijo el Señor: “Cada vez que asististeis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. En una cultura del descarte, en que el mundo solo parece tener ojos para el bienestar, la producción y el consumo, el Papa ha invitado repetidamente a contemplar el valor infinito de la vida en el seno materno, la dignidad de los pobres y, particularmente, de los migrantes; la grandeza de la ancianidad; y, también, la necesidad de que cuidemos nuestra creación, tan maltratada y explotada. Sus viajes apostólicos, sus discursos, todo su ser, ha estado en salida a las periferias, ha estado volcado en cuidar y amar a los últimos, a los excluidos, a los más pobres. Todavía unos pocos días antes de morir, el Papa se desplazó en su silla de ruedas a un centro penitenciario para lavar los pies el Jueves Santo a un grupo de reclusos. Pregúntate: ¿qué lugar tienen los pobres en tu vida?
Sexta clave. El Papa Francisco ha sido un incansable constructor de paz, de diálogo, de encuentro, de amistad social. En un mundo herido por conflictos a lo largo y ancho del mundo, Francisco ha hecho unos esfuerzos terribles por tender puentes. Imposible no recordar al Papa, ya anciano, arrodillado besando los pies de los líderes de Sudán rogándoles la paz; imposible no recordar ese encuentro con los líderes de Israel y Palestina, o su preocupación permanente por Ucrania o Gaza. Su encíclica Fratelli tutti será siempre una llamada a recordar que todos somos hermanos, que tenemos un Padre común, que estamos llamados a caminar juntos, a vivir en paz. ¿Eres, con tus palabras y obras, un constructor de paz en tu familia, con los tuyos, en tu entorno?
Séptima clave. Quizá la más importante. El Papa Francisco ha llamado a la Iglesia, a todos los cristianos, a la misión. En su exhortación Evangelii gaudium compartió su más profundo deseo: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual”. En distintos momentos, Francisco ha subrayado la importancia de que la Iglesia esté en salida: “La Iglesia es ‘en salida’ o no es Iglesia”. Como los discípulos en Pentecostés, tras recibir el Espíritu Santo, el Papa ha querido recordar a cada cristiano, y a la Iglesia entera, su vocación misionera. “¡Id y haced discípulos a todos los pueblos!”. ¿Vives tu fe con un fuerte sentido evangelizador, con un fuerte sentido misionero?
[Las últimas tres claves continúan fijándose en el ser y la misión del Papa, pero quieren ser una invitación a que vivas estos momentos en profundidad].Octava clave. No olvides que el Papa es un elegido del Señor, como lo fue Pedro, con todas sus fortalezas y debilidades. Ese Pedro capaz de exclamar: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” y, al mismo tiempo, de reprender a Jesús para que no siga su camino de cruz o de negarle hasta tres veces en su pasión. Sea como sea, estas palabras de Jesús tienen plena actualidad: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Es voluntad del Señor que Pedro y sus sucesores sean esa roca firme. Acoge este don del Señor y ten un profundo amor por el Papa, siempre al servicio de la fe. No caigas en la tentación de centrarte en sus limitaciones o de entregarte, como lamentablemente han hecho algunos cristianos, a la crítica o el desprecio al sucesor de Pedro. Da gracias al Señor por la vida del papa bueno san Juan XXIII, por el carisma y santidad de San Juan Pablo II, por la sabiduría y sencillez de Benedicto XVI o por la cercanía y el arrojo misionero del papa Francisco.
Novena clave. Recuerda que estar junto al Papa, estar junto a Pedro, es estar junto al Señor. Fue el Señor el que lo eligió como roca. Fue el Señor el que le confió la misión de apacentar a las ovejas. Su servicio a la unidad y a la comunión son incuestionables. A lo largo de estos dos mil años, el Pueblo de Dios ha vivido siempre muy unido a sus pastores. Piensa por un momento: ¿qué santo, incluso en los momentos más cuestionables del papado, se han alejado de la comunión con el Papa? Piensa en San Francisco de Asís, en Santa Teresa o en San Ignacio de Loyola. Estar unido al Papa ha sido y será siempre garantía de vivir en la fe en Cristo Jesús. Creer junto al sucesor de Pedro es y será situarse en la fe de los apóstoles. Piensa: ¿te sientes bien unido en la fe al Papa, a los obispos, a todo el Pueblo de Dios?
Décima clave. El Papa Francisco, que tantos frutos de amor y servicio ha dado a la Iglesia y al mundo, ha fallecido. Los cardenales se preparan para participar en el cónclave, de donde saldrá elegido el nuevo Papa. Puedes vivir este tiempo desde la curiosidad o puedes afianzarte en la oración. Ora por el alma del Papa Francisco. Y pídele que, junto al Señor Jesús, interceda por la Iglesia y por ti. Ora también para que el Señor siga sosteniendo la barca de su Iglesia, como lo ha hecho siempre. Puedes también vivir este tiempo con inquietud, incluso con nerviosismo. No lo permitas. Vive este momento con profunda confianza. El Señor suscitará un nuevo sucesor de Pedro, el que la Iglesia y el mundo necesiten.
En definitiva, fíate del Señor, fíate de su Palabra: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará… No os dejaré huérfanos… Os enviaré el Espíritu… Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”.