Evangelio del día 16 abril 2025 (Miércoles Santo)

Evangelio y Reflexión

EVANGELIO (Mateo 26, 14-25)

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?». Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”».

«En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».

Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?». Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?». Él respondió: «Tú lo has dicho».

REFLEXIÓN

INTRODUCCIÓN

Hoy es Miércoles Santo. Mañana jueves iniciaremos el Triduo Pascual, los días más importantes de nuestra fe cristiana, en los que celebraremos el misterio de la muerte y resurrección de Jesús. Hoy, cuando la Cuaresma está a punto de llegar a su fin, seguimos ahondando en el dramatismo y la oscuridad de una figura como Judas, el traidor.

REFLEXIÓN Y PREGUNTAS

A propósito de este Miércoles Santo y del evangelio de Mateo que nos ofrece, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:

En primer lugar, quiero que te fijes en Judas. Era el administrador del grupo de los Doce, así que tenía cierto liderazgo en el grupo. E intuimos por su sobrenombre «Iscariote que se trataba de un celote, es decir, uno de esos judíos celosos de la ley, que esperaba con ansia la liberación de Israel y que incluso era partidarios de la lucha armada. Lo más probable es que Judas se sintiera decepcionado con un mesías como Jesús, que hacía obras admirables, pero que estaba sin embargo dispuesto a dejarse apresar, condenar y crucificar. Pero, además de esta decepción y de esta obstinación, ese corazón de Judas estaba lleno de ambición. El texto nos describe una escena lamentable: “Fue Judas a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?‘”. Judas vende al Hijo de Dios, al Mesías, a su maestro, a aquel que tiempo atrás le había escogido muy particularmente. Y además vende a Jesús por 30 monedas de plata. Es un dato significativo. Porque nos dice el libro del Éxodo en su capítulo 21: «Si un buey acornea a un esclavo o a una esclava, se pagará a su dueño treinta monedas de plata. Es decir, 30 monedas de plata es el precio de la vida de un esclavo. Obviamente la vida humana no tiene precio, pero al mismo tiempo es un precio irrisorio, un insulto a la figura de Jesús, que es prendido como un esclavo, como un bandido y será crucificado como un malhechor, como un maldito. Pero hasta este punto llega el despecho y la avaricia de Judas que, además, en su desesperación acabará ahorcándose.

Mira ahora en tu interior: ¿hay también en ti avaricia y deseos desordenados? ¿Aceptas a Jesús como un Señor humilde, pacífico, que ama incluso a quienes le odian y estás dispuesto a poner tus pies en sus huellas?

En segundo lugar, y quiero insistir de nuevo en ello, Jesús luchó la amistad y la conversión de Judas hasta el final. Ayer veíamos que Jesús le ofrecía un trozo de pan untado, un gesto de confianza y de complicidad. Hoy vemos que Jesús ante él advierte con toda claridad: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar. Todavía más, hace hincapié en la gravedad de lo que ese hombre va a hacer: «¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!. Y todavía algo más. El propio Judas hipócritamente le pregunta: ¿Soy yo acaso, Maestro?”. Y Jesús no teme advertirle: «Tú lo has dicho«. Pero no hay aviso, no hay gesto, no hay cariño suficiente que cambie su corazón. A veces ocurre algo parecido con nosotros. ¡Cuántos guiños, cuántos gestos ha tenido el Señor contigo para que te conviertas, para que te vuelvas a él y a tus hermanos, para que haya en ti más generosidad, más humildad! Y, sin embargo, te resistes. 

Haz unos segundos de silencio y dile al Señor: “Hoy quiero acoger tu amor, ser fiel a ti, abandonar toda cerrazón y ambición, y ser y servir como tú.

En tercer lugar, una última reflexión. Uno puede cargar contra Judas, pensar que simplemente era un bicho raro, que lo suyo no tenía remedio, que era un perdido o no sé cuántas cosas más. Pero lo cierto es que en el corazón de todo ser humano, de todo hombre y de toda mujer, habita un posible santo y un posible traidor. Hay en ti una posibilidad maravillosa de bondad, de fidelidad, de entrega. Y también, lamentablemente, una posibilidad real de traición, de que te enredes en el pecado y en el mal, en el egoísmo y la oscuridad. 

Párate un momento y revisa tu vida. Piensa qué tienes que desechar de ella para que ese posible traidor ceda todo su espacio a esa persona buena, incluso a ese santo, que hay en ti.

CONCLUSIÓN

Pues que este evangelio te lleve a abandonar toda oscuridad y a dejarte transformar por las palabras y gestos que tiene el Señor contigo. Él quiere, aun en medio de tu debilidad, que seas de los suyos, que camines siempre a su lado.

ORACIÓN

Señor Jesús, yo también, como Judas, te he fallado. Muchas veces me resisto a tu amor, a tu gracia, y me dejo llevar por los intereses y valores del mundo. Haz que estos días santos hagan de mí alguien más semejante a ti.

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