Evangelio del día 11 agosto 2025 (Los hijos están exentos)
Lunes de la 19ª Semana del Tiempo Ordinario
EVANGELIO (Mateo 17, 22-27)
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día». Ellos se pusieron muy tristes. Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?». Contestó: «Sí».
«Los hijos están exentos».
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?». Contestó: «A los extraños». Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
En el evangelio de hoy, Jesús anuncia a sus discípulos su destino trágico. Va a ser entregado y crucificado, pero resucitará al tercer día. El texto nos narra también un episodio curioso en torno al pago de un impuesto al templo. Jesús manifestará que él es el Hijo, y nosotros hijos con él.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Mateo, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, vemos que los discípulos están junto a Jesús. Recorren con él Galilea. Son testigos del anuncio de la Buena Noticia, de un sinfín de signos y milagros, y de cómo el pueblo está admirado con la persona y la palabra de Jesús. En medio de esta realidad impresionante, que tiene a los discípulos fascinados y pletóricos, el Señor les anuncia: “El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día”. Nos dice el evangelio que los discípulos se pusieron muy tristes, incluso que quedaron consternados. También nosotros, en medio de nuestro día a día más cotidiano, emerge el sufrimiento, la debilidad, la tristeza o la prueba. Hay dos palabras en el texto de hoy que pueden iluminarnos. Una, que los discípulos “están junto a Jesús”. Solo es posible afrontar el sufrimiento y la cruz junto a él. En él hallamos fortaleza, ánimo y sentido. Y dos, que ese sufrimiento, aunque como a los discípulos pueda dejarnos tristes o consternados, no es el final. Dice Jesús: “Resucitaré al tercer día”. Junto a Jesús sabemos que el amor es más potente que nuestro pecado, el sentido y la salvación más fuerte que nuestro desánimo, y la vida más fuerte que la muerte.
Pregúntate: ¿estás muy unido a Jesús? ¿Te apoyas fuertemente en él en los momentos de sufrimiento y de cruz?
En segundo lugar, el evangelista nos dice que los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?”. Pedro contestó inmediatamente: “Sí”. Se trataba del pago de un impuesto al templo de Jerusalén, un pago anual destinado al mantenimiento del culto. La clave del pasaje está en la pregunta que Jesús hará a Pedro después: “¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?”. Contestó Simón Pedro: “A los extraños”. Jesús le dijo: “Entonces, los hijos están exentos”. Según la mentalidad oriental, los impuestos son ingresos para la familia real. Y queda claro así que los reyes y su familia están exentos del pago. Jesús, con su respuesta, está diciendo: si este pago del impuesto es para Dios, para su culto, y yo soy su Hijo, y vosotros hijos suyos, ¿no estamos, por tanto, exentos de este pago? Jesús está afirmando algo realmente fuerte: que él es el Hijo de Dios y que nosotros, que caminamos con él, que somos uno con él, somos hijos de Dios. Y ésta es la afirmación más importante del texto de hoy: que nuestro Dios es Padre, que su Hijo Jesús es nuestro mejor amigo, que nosotros somos hijos muy amados de Dios.
En un momento de silencio, da gracias al Señor de corazón por este regalo de ser hijo muy amado de Dios.
En tercer lugar, Jesús continúa su diálogo con Pedro. Aunque los hijos están exentos, “para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti”. Jesús está destacando aquí la importancia del testimonio, del buen ejemplo. En ocasiones nosotros, aun teniendo razón, escandalizamos a nuestros hermanos. Él, en este pasaje, incluso somete su condición de Hijo para dar buen ejemplo, para no escandalizar. Por otro lado, en ese milagro tan curioso, tan cotidiano, como es abrir la boca a un pez, podemos reconocer el poder de Jesús, pero también la presencia de lo sobrenatural hasta en las cosas más cotidianas.
Pregúntate: ¿escandalizas tú a tus hermanos con tus palabras y tus actos? ¿Reconoces la presencia cercana y poderosa de Dios en todas tus cosas, incluso en las más cotidianas?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te lleve a llenarte de fortaleza y esperanza en tus dificultades y pruebas, a sentirte familia de Dios, a recordar que eres llamado a dar testimonio ante tus hermanos, así como a reconocer la presencia del Señor en todas las cosas.
ORACIÓN
Señor Jesús, en medio de mis sufrimientos y pruebas me inunda a menudo la tristeza y la desesperanza. Yo sé que tú eres la resurrección y la vida. Hoy te pido tu Santo Espíritu para que me llene de esperanza y también de felicidad por saberme hijo muy amado de Dios.