Evangelio del día 28 agosto 2025 (Estad en vela)

Jueves de la 21ª Semana del Tiempo Ordinario

EVANGELIO (Mateo 24, 42-51)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.

«Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así».

Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».

REFLEXIÓN

INTRODUCCIÓN

El evangelio de hoy nos presenta dos parábolas de Jesús: una muy breve, la del ladrón en la noche; y otra más desarrollada, la del criado fiel y prudente. Ambas son una llamada imperiosa a la vigilancia, a que estés en vela, a que no te duermas ni relajes, sino que mantengas en tensión tu amor a Dios y a tus hermanos, sirviendo generosamente y con todo el corazón.

REFLEXIÓN Y PREGUNTAS

A propósito de este texto del evangelio de Mateo, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:

En primer lugar, nos encontramos con esa breve parábola que compara la venida del Hijo del hombre (es decir, su segunda venida o “parusía”, o para nosotros más concretamente, el día de nuestra muerte) con la llegada del ladrón en la noche. Esta imagen del ladrón que inesperadamente entra en casa durante la noche no quiere fomentar el temor o la angustia. Jesús no quiere darle un carácter amenazante. Con ella el Señor sí quiere resaltar lo inesperado de su venida, cuya hora y día no conocemos. Por eso el Señor te invita, ya hoy, a vivir cada cosa con todo el compromiso. Reza, vive, sirve, ama como si fuera la primera vez, la única vez, la última vez. Quizá en ningún lugar como en la Primera Carta a los Tesalonicenses, se recoja mejor esta llamada de Jesús. En esta carta nos dice San Pablo: “Vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día del Señor os sorprenda como un ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no nos entreguemos al sueño como los demás, sino estemos en vela y vivamos sobriamente. Los que duermen, de noche duermen; los que se emborrachan, de noche se emborrachan. En cambio nosotros, que somos del día, vivamos sobriamente, revestidos con la coraza de la fe y del amor, y teniendo como casco la esperanza de la salvación”.

Medita tú ahora: ¿con qué corazón, con que actitud te encontraría Dios si hoy mismo se te reclamara la vida?

En segundo lugar, tenemos hoy esa otra parábola del criado fiel y prudente, que acaba recibiendo de Jesús una bienaventuranza: “Bienaventurado ese criado si el señor, al llegar, lo encuentra portándose bien”. Jesús no solo lo llama bienaventurado, sino que concluye hablando de una recompensa importante: le confiará la administración de todos sus bienes. Por el contrario, el que se relaja o abusa de la ausencia del señor, dice Jesús con duras palabras: “El amo lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Dicho de otro modo: quien vive su vida superficialmente, egoístamente, la malgasta, la malogra. Y quien vive amando y sirviendo, lo gana todo. Y tenemos que ser muy conscientes, porque a menudo se nos olvida, de que la vida es breve, que estamos de paso, que vamos de prestado, que se nos ha dado una vida y un tiempo limitados. Por eso, esta es la hora de la fidelidad, del compromiso, de una espera activa. No vale descuidarse. Aborda tu vida de fe ya. Mañana es tarde. Dile al Señor: “Te amo y quiero servirte”. Porque estamos tentados a creer que ese criado negligente que pega a sus compañeros, y se echa a comer y a beber con los borrachos, es nuestro prójimo pecador. Pero no. Hay algo de esto en ti.

Por eso, pregúntate: ¿qué negligencias, qué infidelidades, qué egoísmos hay en tu ser? ¿Qué tienes que abandonar o de qué tienes que liberarte para ser un criado fiel y prudente?

En tercer lugar, me gustaría que te detuvieras a pensar en la grandísima responsabilidad que tienes, en el tesoro que Dios ha puesto en tus manos. Dios se ha fiado de ti. Cuenta contigo para que, como un criado fiel, des a la servidumbre la comida a sus horas, es decir, alimentes a tus hermanos con tu testimonio, tu fe, tu alegría, tu esperanza, tu servicio, tu entrega. El texto nos dice que el amo, el señor, llegará incluso a confiarte la administración de todos sus bienes. Si él te ha constituido criado, administrador de sus bienes, ¿los vas a desperdiciar? ¿Los vas a retener? ¿Todo lo que él te ha dado, se perderá? Si la desidia y la infidelidad de cualquier persona es triste, más triste es la de aquellos a los que Dios ha confiado especialmente su Palabra, aquellos a quienes ha dado bienes de un modo particular. Y tú eres de ellos, de esos privilegiados, de esos escogidos. Los clásicos decían: “Corruptio optimi, pessima”, es decir, la corrupción de los mejores es lo peor. Pues bien, no puedes permitir corromperte, es decir, perderte. Todos esos dones que Dios te ha dado tienen que dar fruto.

Pregúntate: ¿qué dones te ha dado Dios para poner al servicio de los demás? ¿Qué bienes has recibido para administrar? ¿Eres fiel en esta tarea de administración que Dios te ha confiado?

CONCLUSIÓN

Pues que este evangelio te haga recordar que mucho se te ha confiado. Sé un criado fiel, administra bien esos bienes, ponlos a trabajar con la ayuda permanente de Dios. Elige servirle con fidelidad. Y abandona todo aquello que te aparte de esa tarea. Si lo haces, verás cómo el Señor te acabará poniendo al frente de todos sus bienes. O, dicho de otro modo, te llenará de su salvación, de su gracia, de su amor y de su paz.

ORACIÓN

Señor Jesús, gracias por llamarme a colaborar contigo en la construcción de tu reino. Gracias por llamarme a servirte, incluso a administrar tus bienes. A pesar de mis debilidades, quiero ser un criado fiel y prudente. Cuenta conmigo, Señor.

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