Evangelio del día 27 enero 2025 (El que blasfeme contra el Espíritu no tendrá perdón)

Evangelio y Reflexión

EVANGELIO

Lunes de la 3ª Semana del Tiempo Ordinario
(Marcos 3, 22-30)

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios». Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.

«El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás».

En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre». Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

REFLEXIÓN

INTRODUCCIÓN

El evangelio de Marcos nos presenta hoy la misión de Jesús, que él mismo entiende como una lucha contra el mal: libera a los poseídos, sana a los enfermos, resucita a los muertos, perdona a los perdidos y dota de sentido y ternura a cuantos se cruzan con él. Pero lo realmente llamativo será que estos escribas, en vez de alabar las maravillas que Dios realiza en Jesús, concluyen que tiene dentro a Belzebú.

REFLEXIÓN Y PREGUNTAS

A propósito de este texto del evangelio de Marcos, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:

En primer lugar, quiero insistir que Jesús entiende toda su vida como una lucha contra el mal. Su misión es llevar la bondad y el amor de Dios a todos los ámbitos de la vida: a la enfermedad, al sinsentido, al pecado e, incluso, a la muerte. Y lo hace con el dedo de Dios, es decir, con el poder de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo. Jesús es, como decían los santos padres, la «autobasileia», es decir, él mismo es el Reino. Con su persona llega el Reino de Dios. En las palabras y obras de Jesús, Dios está reinando, Dios se hace soberano de un reino de acogida, compasión, amor y justicia.

¿Es tu vida también una lucha por el bien? ¿Tus palabras y tus obras destierran el mal de este mundo? Pregúntate: ¿Cómo puedes construir más Reino? ¿Cómo puedes hacer que Dios reine?

En segundo lugar, es increíble la acusación que los escribas hacen a Jesús: “Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios”. Está claro que no pueden negar los prodigios que hace Jesús. Pero su mente y su corazón están tan torcidos que acaban atribuyéndoselo al jefe de los demonios. Esta cerrazón tan grande la llama Jesús «blasfemia contra el Espíritu Santo». Jesús sabe que habrá motivos, más o menos comprensibles, que harán que pequemos: dudas, debilidad humana, cualquier tipo de pecado personal, etc. Pero el pecado contra el Espíritu Santo es diferente: tiene que ver con la mala fe ante la evidencia, es ceguera ante la luz de Dios, rechazo de la presencia del Espíritu y de su gracia. Si estos escribas no ven que Dios actúa en Jesús, ¿cómo lo reconocerán en otro lugar o de otro modo? Están perdidos definitivamente. Y quien se encierra en esta obstinación, se excluye a sí mismo del perdón y de la vida.

Pregúntate tú: ¿Cuáles son tus cegueras? ¿A qué tienes que abrirte para que Dios se haga más presente en tu vida?

En tercer lugar, vemos que Jesús responde a la acusación, mostrando lo ridículo del argumento: “¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir”. Jesús les desenmascara.  Él no actúa con la fuerza del jefe de los demonios, sino que, muy al contrario, lucha contra él. Y, además, no cabe duda de que Jesús es más fuerte que el mal. Lo explica así: “Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa”. Jesús es ese «forzudo» que asalta la casa del mal. Y es cierto que el mal es fuerte y potente, pero no tiene nada que hacer con la fuerza del bien que opera en Jesús, con la vida definitiva que él trae. Por tanto, estar con el bien es estar con Jesús y estar con Jesús es estar con el bien. Estar con Jesús es ganar, triunfar sobre el mal. Por el contrario, si no estás con él, fácilmente el mal asaltará tu casa y arramblará con todo lo tuyo.

CONCLUSIÓN

Pues que este evangelio te lleve, una vez más, a estar cerca de Jesús, a vivir en su bondad y en su gracia, a rechazar toda clase de mal, y a sumergirte en el Espíritu de Dios que es siempre más fuerte que el espíritu del mal.

ORACIÓN

Señor Jesús, que tu Santo Espíritu habite en mi corazón y sea el motor de mi vida. No dejes que el mal, que me tienta en forma de egoísmo, cerrazón, engreimiento y bajezas, me aleje de ti. Yo sé que tuya es la fuerza y el poder para siempre. Derrama en mí tu Espíritu Santo, que soy tuyo, Señor.

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