
Evangelio del día 15 diciembre 2025 (¿Con qué autoridad haces esto?)
Lunes de la 3ª Semana de Adviento
EVANGELIO (Mateo 21, 23-27)
En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?». Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?».
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».
Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído?”. Si le decimos “de los hombres”, tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta». Y respondieron a Jesús: «No sabemos». Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
El evangelio de hoy nos presenta a los guardianes de la ortodoxia, sumos sacerdotes y ancianos, preguntar a Jesús sobre su autoridad. No se refieren únicamente a su enseñanza, sino a los hechos inmediatamente precedentes: su entrada mesiánica en Jerusalén y su acción en el templo, cuando volcó las mesas de los mercaderes. Jesús, de una manera inteligente, deja en evidencia la hipocresía, ceguera e incredulidad de estos líderes, incapaces de reconocer la acción de Dios que está teniendo lugar delante de sus propias narices.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Mateo, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, el tema de la autoridad de Jesús es uno de los más relevantes de todo el evangelio. El pueblo sencillo, y también los líderes judíos, están sorprendidos de la pretensión de Jesús. Dice de sí mismo que es señor del sábado, que es más que Salomón, habla con autoridad, realiza obras extraordinarias y un larguísimo etcétera. Los sumos sacerdotes y ancianos le preguntan: “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?”. En definitiva, es lo mismo que preguntar: “¿Quién eres tú?”. Son incapaces de ver y reconocer aquello que Jesús es y está mostrando a cada momento: que él es el Mesías de Dios, el enviado de Dios, el Hijo de Dios.
¿Reconoces tú a Dios en tu vida o eres también incrédulo, escéptico?
En segundo lugar, ayer recordábamos la respuesta de Jesús a la pregunta de Juan el Bautista: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Jesús respondió: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo”. Jesús alude a sus obras. El pueblo sencillo, y lo leemos en el evangelio, ante las palabras de Jesús exclama: “Nunca vimos a nadie hablar así”, “Habla con autoridad, no como los escribas y fariseos”, “Nunca vimos cosa semejante”. La gente ve sus palabras y ve sus milagros y cree. Las obras de Jesús dan cuenta de quién es él. Pero estos sumos sacerdotes y ancianos, escribas y fariseos, son incapaces siquiera de reconocerlo. Incluso llegarán a decir que esas obras las realiza con el poder del príncipe de los demonios. Están completamente cegados.
Y tú, ¿abres los ojos a las obras que Dios realiza en tu vida o estás también, como ellos, ciego?
En tercer lugar, quiero fijar ahora la mirada en la hipocresía de estos líderes, que se acercan a Jesús para cazarle. Quieren acusarlo. La respuesta de Jesús a la pregunta por su autoridad es llamativamente ingeniosa. Jesús les responderá preguntándoles a ellos por Juan Bautista. La cuestión es sobre la misma autoridad de Juan. Sin embargo, su silencio les delata. No quieren responder a las preguntas de Jesús sobre Juan porque, ni están dispuestos a creer, ni aceptar el rechazo del pueblo. Su corazón está lejos de Dios y de la verdad.
Y tú, ¿cómo estás de hipocresía? ¿Eres transparente o hay doblez en ti?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te ayude a abrir los ojos a Jesús, cuya identidad no es otra que la del Hijo de Dios, el Señor, que se hace presente en tu vida con autoridad, con palabras, con obras. Y que, experimentando su presencia, huyas siempre de toda hipocresía.
ORACIÓN
Jesús mío, quiero acogerte en mi vida con todas las consecuencias. Ayúdame a abandonar la incredulidad y el escepticismo de mi vida, también la hipocresía y todo aquello que me impida verte en cada cosa. No hay nadie como tú, Señor. Que mi vida sea testimonio de esta verdad.