
Evangelio del día 12 diciembre 2025 (Amigo de publicanos y pecadores)
Viernes de la 2ª Semana de Adviento
EVANGELIO (Mateo 11, 16-19)
En aquel tiempo, dijo Jesús: «¿A quién compararé esta generación? Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”.
«La sabiduría se ha acreditado por sus obras».
Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
En el evangelio de hoy, Jesús recrimina a los fariseos y a los maestros de la ley haber rechazado tanto el testimonio de Juan el Bautista como el suyo propio. Conocemos bien cómo era Juan el Bautista: como uno de aquellos profetas del Antiguo Testamento, predicando en el desierto, vestido con una piel de camello, alimentado con langostas y miel silvestre, y con palabras muy duras. Solo unos pocos se convierten por su testimonio y reciben su bautismo. Jesús, con un testimonio mucho más dulces, con palabras y obras de Dios, con sanaciones, con signos extraordinarios todos ellos, recibe igualmente el rechazo del pueblo judío. Estos fariseos y maestros de la ley no han encontrado ningún motivo para creer en los signos de Dios: ni por medio de Juan el Bautista con su dureza y radicalidad, ni por la palabra del signo definitivo de Dios que es Cristo Jesús.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Mateo, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, este evangelio es una invitación a que reconozcas hoy en tu vida los signos de Dios. Dios sigue tocando la flauta para que tú bailes. Hoy Dios sigue haciéndose presente en el camino de tu vida para que reconozcas su presencia y te conviertas, para que aceptes su Palabra, para que vivas una vida más acorde a ella. Hoy este texto te dice: “Abre los ojos, reconoce la música de Dios, reconoce sus signos, da gracias al Señor por todas las bondades que tiene contigo”.
Piensa un momento: ¿cuáles son los signos de la presencia de Dios, de la música de Dios en tu vida?
Conoces bien la respuesta: todas las cualidades que te ha dado Dios, el bienestar del que gozas, tu pareja, tu familia y amigos, tu trabajo o todos esos guiños que Dios te ha hecho a lo largo de tu vida y que no siempre has sido capaz de conocer
En segundo lugar, este evangelio ha de interpelarte fuertemente. Basta ya de excusas para no aceptar a Dios de corazón en tu vida. Eso que fariseos y maestros de la ley decían (“Es que Juan el Bautista tiene un demonio”, “Es que Jesús, ese de Nazaret, es un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores”), eso mismo lo reproduces también con tus labios (“¿Yo católico practicante? No, porque hay tantos cristianos que van a misa y luego son lo peor” o “Es que ese cura o ese otro hizo o dijo tal o cual cosa”). Basta ya de excusas. Es el momento para que te pongas frente a Dios, aceptes su Palabra y te dejes transformar y te dejes tocar por él. Encuentra el motivo que sea para dejar que Dios entre en tu vida y puedas comprometerte más activamente en el anuncio de la buena noticia de Jesús, que te libera a ti, pero que también está llamada a liberar a tus hermanos.
¿Cuáles son las excusas que pones y que te impiden aceptar a Jesucristo y caminar con él codo con codo?
En tercer lugar, tú también eres música de Dios para otros. Dios está también tocando la flauta para que otros bailen a través de ti. Hoy tú eres música de Dios por medio de tus palabras, de tu alegría, de tu testimonio, de tu compromiso, de esa pastoral con la que colaboras, de ese voluntariado que haces con tanto cariño y tanto corazón. Hoy Dios quiere que tú seas música buena para otros.
¿Cómo se hace presente esta música de Dios para los demás en tu vida?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te ayude a reconocer la presencia de Dios en ti con todos los signos que te regala y, además, seas colaborador del Señor en esta obra preciosa, maravillosa de la salvación, que no es otra cosa que hacer que esta vida, regalo de Dios, sea preciosa para todos los hijos de Dios.
ORACIÓN
Señor, Padre bueno, que huya de esa actitud farisaica de la crítica; que tu alegría resuene en mi vida; que tus palabras estén siempre en mis labios; que tu misericordia la contagie con mis gestos. Hazme, Señor, en definitiva, música de tu amor.