
Evangelio del día 17 mayo 2025 (Quien me ha visto a mí ha visto al Padre)
Evangelio y Reflexión
EVANGELIO (Juan 14, 7-14)
«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”?¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?
«El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores».
Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
En el evangelio de hoy, Jesús hace una afirmación radical, absoluta, que desvela profundamente cómo es Dios: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre«. En las palabras y obras de Jesús se está dando a conocer en plenitud el ser íntimo de Dios.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de este texto del evangelio de Juan, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, llama de nuevo la atención la dificultad de comprender de los discípulos, hoy particularmente de Felipe. Jesús les ha confesado que él es el camino, la verdad y la vida. Les ha hablado también, una y otra vez, de su Padre, con quien vive en total intimidad. Entre ambos se da un conocimiento perfecto. Tanto es así que uno vive en el otro. Pero Felipe no entiende, o quizá no quiere entender, y por eso le dice: “Señor, muéstranos al Padre”. Quizá Felipe siga teniendo en su cabeza a un dios enorme, imponente, portentoso, muy diferente a Jesús. Y el Señor, en tono de queja, le responde: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”.
Tú también a veces eres duro para entender. ¿Qué te diría hoy el Señor: «Tanto tiempo conmigo y aún no entiendes que la vida va de servir«, «No entiendes aún que yo soy tu vida«, “No entiendes aún que tienes que convertirte en este punto o en este otro”? Medítalo.
En segundo lugar, en esa frase («Quien me ha visto a mí ha visto al Padre«) hay una clave increíble para todos nosotros. Ver a Jesús es ver al Padre. En él Dios se revela plenamente, en inmediatez. Dios se muestra tal cual es en el ser de Jesús: en su sonrisa, en su cercanía, en sus palabras, en sus milagros, en su ternura, en su perdón, en sus abrazos y caricias. Es vital que comprendas esto, porque a menudo perviven en ti imágenes extrañas de Dios. Si ver a Jesús es ver a Dios, entonces tienes que mirar a Jesús en el evangelio para comprender cómo es Dios. Jesús acoge siempre; pues bien, nuestro Dios es un Dios que acoge siempre. Jesús perdona y tiene misericordia y compasión siempre; pues así es Dios, siempre compasivo. Jesús sonríe, se acerca a las personas, las abraza, come con ellas; pues bien, así de cercano es nuestro Dios. Y Jesús se entrega hasta el final, hasta la muerte, porque así es nuestro Dios, un Dios que sirve y te ama y se entrega a ti hasta el extremo.
Déjate seducir por este Dios maravilloso y abandona las ideas extrañas de él que no tienen nada que ver con Jesús.
En tercer lugar, la intimidad de Jesús con su Padre es total, hasta el punto de que quien le ve a él, ve al Padre. Pues esta intimidad se da de modo semejante en el creyente, en ti. Si vives en Dios, en una relación personal, de amistad con Jesús en la eucaristía, en la oración, en la lectura de la Palabra, tú permanecerás en Dios. Estarás en él y él en ti. Y no solo compartirás con él todo, de amigo a amigo, en esa comunión e intimidad, como dice Jesús: “Lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré”, como los amigos que se escuchan y se ayudan, sino que además realizarás sus obras. Lo dice claramente: «El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores”. Es decir, Dios actuará con su fuerza a través de ti. Serás una extensión de su ser, de su amor, de su gracia.
Pregúntate: ¿tienes esa relación de cercanía, de amistad, de intimidad con Dios, compartes todo con él, le pides, le das gracias, permites que él realice a través de ti sus obras?
CONCLUSIÓN
Pues que este evangelio te lleve a crecer en tu relación de amistad con Jesús, que nos revela el verdadero rostro de un Dios maravilloso: amoroso, misericordioso, compasivo, tierno. Y puedas tú así realizar sus obras de justicia y de salvación.
ORACIÓN
Señor Jesús, muchas veces, como Felipe, me cuesta entender. Me sobrecoge tu cercanía, tu amistad, tu amor incondicional, quizá porque esa gratuidad a mí me cuesta mucho vivirla. Que te acoja en mi vida, que esté cada vez más unido a ti y que así puedas realizar en mí tus obras.