
Evangelio del día 8 septiembre 2025 (Natividad de la Virgen María)
Evangelio y Reflexión
EVANGELIO (Mateo 1, 1-16.18-23)
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zará, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa ‘Dios-con-nosotros’».
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
Hoy, día 8 de septiembre, la Iglesia celebra la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, una fiesta particularmente querida en las Iglesias orientales, y muy arraigada en la piedad popular, con advocaciones como la Divina Infantita o Nuestra Señora de la Natividad. El Nuevo Testamento no hace referencia al nacimiento de la Virgen María, tampoco a quiénes eran sus padres. Las referencias más antiguas se encuentran en evangelios apócrifos. Sin embargo, el pueblo de Dios, nueve meses después de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, quiere celebrar el nacimiento de esta Niña porque, como dijo san Juan Pablo II, ella es una obra maestra de la gracia divina o, como exclamó bellamente el papa Francisco, si Jesús es el sol, María es la aurora que anuncia su venida..
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de esta fiesta de la Natividad de la Virgen María, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, es importante insistir en que la mariología sin la cristología no tiene sentido. O, dicho de otro modo, todo lo que se diga de María irá siempre en relación a Cristo, su hijo. Toda la existencia de María está íntimamente unida a su Hijo Jesús: María fue concebida sin pecado original porque en su seno iba a engendrar, por el Espiritu Santo, a Cristo Jesús; María concibió virginalmente porque así debía ser concebido quien es Hijo de Dios; María es Madre de Dios porque Jesús es hombre y Dios. En definitiva, todo lo que se afirma de María, se afirma en relación a Jesús, se afirma de Jesús. Mirar y amar a María es, por tanto, mirar y amar a su Hijo Jesús. Porque Madre e Hijo, repitámoslo de nuevo, están siempre unidos. De ahí la importancia de la devoción a María en la vida cristiana. San Alfonso María de Ligorio recordaba a menudo que nunca se dice suficiente de María y que uno nunca debería cansarse de proclamar las maravillas que Dios ha obrado en ella. Dios ha querido hacerla mediadora de infinitas gracias. La Virgen María, que ha tenido en su seno al Hijo de Dios, que ha concebido gracias al Espíritu de Amor, ¿no está llena de amor para derramarlo sobre nosotros? Desgraciadamente, se ha considerado en muchas ocasiones que la devoción a la Virgen es cosa de débiles, de devotos o de personas poco formadas. Nada que ver. No hay nada más propio para un cristiano que amar a aquella que Dios escogió para ser la madre de su Hijo, amar a aquella que Cristo nos entregó en la cruz. Él hoy te dice como a su discípulo Juan: “Hijo, ahí tienes a tu madre”.
Pregúntate: ¿amas de corazón a María? ¿La sientes cercana? ¿Le pides su intervención?
En segundo lugar, quiero destacar que estos privilegios de María no la convierten en un “bicho raro”, sino en un ser maravilloso, excelso. Cuando alguien es totalmente de Dios, no es menos persona. Al contrario, es persona perfecta, libre, plena, eterna. Por eso quiero recalcar que toda fiesta de María, también esta de su Natividad, contiene una buenísima noticia para nosotros: que la voluntad de Dios para con nosotros la vemos realizada en María, que ella constituye nuestro destino. Dios no soñó nuestro corazón roto por el pecado, distante de él y de nuestros hermanos. Soñó nuestro corazón lleno de amor, como el de María, capaz de compasión y de misericordia, en relación con él, nuestro creador y Señor, y también en relación con nuestros hermanos. Por tanto, lo que hoy ves y celebras en María, lo vivirás un día en ti. María es, en este sentido, tipo, modelo de lo que un día serás. Por eso, podemos decir que María es nuestra esperanza.
Ahora pregúntate: ¿cómo es tu corazón? ¿De qué está lleno? ¿De envidias, rencores o de perdón y misericordia?
En tercer lugar, quiero dejar claro que María no vive absorta en su ser. Que tenga un corazón inmaculado, que haya sido privilegiada así por Dios, no la deja aislada o relegada a su intimidad. No, todo lo contrario. Que ella esté llena de Dios la convierte en misionera cien por cien. Ella vive volcada en la misión de ser Madre de la Iglesia, de ser tu madre. Vive constantemente bendiciéndote, protegiéndote, llevándote de la mano hacia su hijo Jesús. Su vida es estar al servicio de Dios y de nosotros. El evangelio de hoy define a María como madre del “Dios con nosotros”. Y ella, que vive llena de Dios, participa también en ese mismo misterio de cercanía y de entrega. Ella es también, por tanto, la Madre de Dios con nosotros. Es decir, ella está siempre contigo, no te abandona.
Y tú, ¿vives, como María, vuelto hacia tus hermanos o estás demasiado encerrado en ti mismo?
CONCLUSIÓN
Pues que esta fiesta de la Natividad de la Virgen María te haga recordar que Dios tiene todo el poder, que él puede obrar maravillas también en ti, que no estás hecho para el pecado o el mal, y que tienes una Madre maravillosa y tierna que te bendice y protege siempre.
ORACIÓN
Virgen María, Madre mía santísima, yo hoy cerebro tu Natividad, tu vida, tu ser lleno de la gracia de Dios. Yo te amo y te alabo desde lo hondo de mi ser. Bendita eres por siempre. Bendíceme, pues, y no permitas que me pierda ni me envuelva en redes de muerte. Protégeme bajo tu manto. Y, en el momento de mi muerte, junto a los míos, tómame de la mano y llévame a tu hijo Jesús.
