Evangelio del día 22 julio 2025 (Santa María Magdalena)
Evangelio y Reflexión
EVANGELIO (Juan 20, 1-2.11-18)
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
«María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: ‘He visto al Señor y ha dicho esto’».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».
REFLEXIÓN
INTRODUCCIÓN
Hoy, día 22 de julio, la Iglesia celebra la fiesta de Santa María Magdalena, gran discípula y apóstol de Jesús. El papa Juan Pablo II la definió, siguiendo a Rábano Mauro y a Santo Tomás de Aquino, como “apostóla de los apóstoles”. Y en el año 2016, por expreso deseo del papa Francisco, la memoria de santa María Magdalena fue elevada al grado de fiesta para toda la Iglesia, no sólo para destacar la importancia de esta mujer, que mostró un gran amor por Cristo y fue muy querida por él, sino para que María Magdalena pueda ser festejada litúrgicamente como el resto de los apóstoles.
REFLEXIÓN Y PREGUNTAS
A propósito de esta fiesta de Santa María Magdalena, y de este texto del evangelio de Juan que nos ofrece, me gustaría compartir contigo tres reflexiones:
En primer lugar, me gustaría detenerme un momento en la figura de María Magdalena. «Magdalena» hace referencia a su lugar de procedencia: Magdala, localidad cercana a Cafarnaún, situada en la costa occidental del lago de Tiberíades. ¿Qué nos dicen de María Magdalena los evangelios? El evangelio de Lucas nos dice que Jesús iba de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, entre ellas María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios. Los evangelistas Mateo, Marcos y Juan nos dicen que María Magdalena estuvo presente durante la crucifixión de Jesús. Mateo y Marcos añaden que también estuvo presente durante su sepultura. Y los cuatro evangelistas refieren que ella se hallaba entre las primeras testigos de la resurrección. Y concretamente el evangelista Juan narra que el Resucitado se le apareció primero a ella, y que fue ella quien comunicó la noticia a San Pedro y a los demás apóstoles. Fue mucho tiempo después, hacia el siglo VI, con una homilía del papa San Gregorio Magno, cuando se afianzó una confusión: que María Magdalena sería esa prostituta que en casa de Simón fariseo ungió los pies de Jesús y se los enjugó con sus cabellos. O que María Magdalena sería la misma María hermana de Lázaro y de Marta, los de Betania. Incluso algunos identificaron a María Magdalena con esa mujer que, según el evangelista Juan, fue salvada de una lapidación por un presunto adulterio. Todas estas identificaciones no se siguen del relato de los evangelios. Digámoslo claramente: María Magdalena no parece ser María la hermana de Lázaro y de Marta, pero menos aún una prostituta que ungió los pies a Jesús. La referencia que hace San Lucas, que de María Magdalena habían salido siete demonios, se refiere más bien a que había sido sanada de una enfermedad muy grave. Y, de hecho, el texto previo a esta referencia dice: “Acompañaban a Jesús mujeres que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades”. Pero si el hecho de que María Magdalena sea una prostituta tiene poco sentido, menos sentido aún tiene esa teoría recientísima, según la cual María Magdalena habría sido esposa o compañera sentimental de Jesús. No existe ninguna base histórica, ni en los evangelios canónicos, es decir oficiales, ni en los evangelios apócrifos. Y, de hecho, ningún estudioso serio del Jesús histórico considera que esa teoría pueda ser tomada en serio. Por tanto, María Magdalena no fue una prostituta, y María Magdalena no fue compañera sentimental de Jesus. Pero dejando aparte estas consideraciones, quiero terminar esta primera parte fijándome en un detalle precioso del evangelio de hoy. María Magdalena aparece fuera del sepulcro llorando, Jesús la llama por su nombre, María le reconoce y se llena de alegría. Pues bien, hoy el Señor se acerca también a tus sufrimientos y, como un amigo cercano y cariñoso, te llama por tu nombre. Él quiere consolarte y transmitirte su alegría.
¿Sientes cotidianamente esta cercanía y esta amistad de Jesús?
En segundo lugar, María Magdalena, como hemos anticipado, tuvo el honor de ser la primera testigo de la resurrección del Señor, la primera en ver la tumba vacía y la primera en escuchar la verdad de su resurrección. María, la que estaba triste, llorando porque el Señor había muerto, porque el cuerpo supuestamente había desaparecido, porque creía que no había motivos para la esperanza, ahora se siente llamada por su nombre, se llena de alegría y, como no podía ser de otra manera, comparte esta alegría con los demás. Corre y exclama: “¡He visto al Señor!”. Ella, por tanto, es un ejemplo precioso de verdadera evangelizadora, entendida la evangelización, no como proselitismo, no como una tarea de “cazar” a otro para que se una a una secta. No, sino evangelización entendida como un compartir la alegría del corazón, la buena noticia que llena la propia vida. En este sentido, ella es, con razón, como hemos dicho, «apóstola de los apóstoles». Ella fue la primera que anunció a los apóstoles aquello que, a su vez, ellos anunciarían a todo el mundo.
Pregúntate: ¿compartes tú la buena noticia del evangelio, esa alegría de la fe que hay en ti?
En tercer lugar, es inevitable que en una fiesta como esta de Santa María Magdalena no se resalte la misión especial de esta mujer, que es ejemplo y modelo para todas las mujeres de la Iglesia. En esta línea podríamos decir: ¿qué sería de la Iglesia sin las mujeres? Los propios evangelios, que se escribieron en un entorno judío que ninguneaba a la mujer, no tienen más remedio que informar de que, a diferencia de esos doce hombres elegidos por Jesús, esas mujeres no abandonaron al Señor en la hora de la pasión. Y, entre todas ellas, destaca María Magdalena, al pie de la cruz, en la sepultura del cuerpo del Señor, primera testigo de la resurrección. Hoy, mirándola a ella, reconocemos todo lo que, a lo largo de la historia, y la mayoría de las veces de modo callado, han hecho las mujeres, y hacen hoy, por la misión evangelizadora de la Iglesia. Hoy te invito a que pongas nombre y rostro a esas mujeres que, como María Magdalena, han sido y son testigos del Señor: nuestras abuelas, nuestras madres, religiosas, catequistas, amigas.
Dile de corazón a Dios: “Gracias por ellas, Señor”.
CONCLUSIÓN
Pues que en esta fiesta de santa María Magdalena sintamos el consuelo del Señor en nuestras tristeza, oigamos nuestro nombre de labios de Jesús y acojamos como ella la llamada a ser testigos de esta Buena Noticia del evangelio.
ORACIÓN
Señor Jesús, que nos invitas a ser discípulos y apóstoles, disipa de mí la pereza, la falta de compromiso, la búsqueda de protagonismo. Y que, como María Magdalena, sea testigo auténtico de tu amor y de tu gracia incluso en los momentos de prueba, incluso en los momentos de oscuridad y de cruz.