Durante el Viacrucis, verás al Señor condenado injustamente, obligado a cargar con un pesado madero, caído y agotado bajo el peso del patíbulo, clavado cruelmente en una cruz y depositado en un frío sepulcro. Descubrirás en este camino gestos de injusticia e indiferencia, de soberbia y altivez, de violencia y maltrato, de obstinación y juicio; y, más aún, gestos maravillosos de cercanía y ayuda, de ternura y compasión, de valentía y perseverancia, de fidelidad y amor increíbles. En este camino junto a Jesús, experimentarás sobre todo su amor hasta el extremo: «Te amó y se entregó por ti». Acércate sin miedo a él, déjate abrazar por esos brazos abiertos que te esperan y llénate de su inmenso amor, de su paz, de su Vida abundante.
En el Vía Lucis, camino de luz, verás a Cristo Resucitado aparecerse a sus discípulos, dando pruebas evidentes de que está vivo. En el Vía Lucis, experimentarás sobre todo que Cristo Resucitado, que se apareció entonces a sus discípulos, camina también hoy, aquí y ahora, contigo, te sostiene, te fortalece, te llena de esperanza, y te da su Santo Espíritu para que, como esos discípulos, seas tú también apóstol; te toma de la mano y te envía a ser testigo de su Buena Noticia. Él cuenta contigo. Él te susurra a cada momento: «Yo soy la Resurrección y la Vida… ve al mundo entero y proclama el Evangelio… yo estoy contigo, a tu lado, todos los días, hasta el final de los tiempos».
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Textos y edición: SerCreyente.com
Obras: Raúl Berzosa, quien ha autorizado su uso.