Dice el Evangelio de Lucas, en su capítulo 9, que Jesús, a sus discípulos,
les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades
La vocación principal de estos enviados de Jesús es expulsar demonios y sanar enfermos. La misión de Jesús, que compartirán sus discípulos, es expulsar del mundo ese mal que atormenta al ser humano, y que lo hace en forma de pecado, enfermedad, depresión o pérdida de sentido.
Tú mismo has experimentado que Jesús te ha curado: él te sana de tu pecado con su perdón; te sana del sinsentido y el tedio con una propuesta increíble de vida abundante; y te sanará de la muerte con la vida eterna.
Y ahora te llama a ti, que has experimentado la salvación de Dios, a que compartas con otros esa sanación: sana a los demás de las críticas con buenas palabras, sana todo orgullo con humildad, sana la tristeza con alegría, sana el ansia de poder con servicio, y sana el juicio con misericordia.
Has sido constituido por Jesús como apóstol con autoridad: gozas del poder de Jesús para bendecir y sanar.
¿Tu vida es bendición y sanación para otros, o metes el dedo en la llaga con más pesimismo, críticas, superficialidades y búsqueda de éxito?