Señor Jesús,
Tú que eres el principio y el fin, que tienes en tu mano el tiempo y la historia, y que me amas con locura, sostenme con tu fuerza y tu gracia en medio de las dificultades; sé luz en mi oscuridad, que viva siempre confiando en tu Palabra, y que jamás permita que nada ni nadie pueda robarme un ápice de la esperanza que tengo puesta en ti.