Envíame
¡Qué bello es anunciar
sobre los montes tu Palabra,
gritar entre las gentes
que es posible tu evangelio;
ser carta de Dios que escriba cada día
que todos hemos de ser tu gran familia!
Hoy siento que mi amor
no ha de quedarse sólo en mí;
siento que, de no darse,
se pudriría en mis entrañas.
Hoy quiero cantar,
gritar en cielo y tierra,
que siento en mi pobreza una gran fuerza.
Envíame tu paz y tu alegría,
envíame tu impulso y tu esperanza.
Que siembre tu semilla en medio del dolor
y la violencia que deshace las sonrisas.