Para reflexionar

Créetelo: eres misionero

Todo cristiano es misionero por el bautismo

El evangelio de Mateo, en su capítulo 9, describe la actividad de Jesús, su día a día:

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.

Me gustaría fijar la mirada en un detalle: Jesús es misionero. Jesús no es el Hijo de Dios fino, quieto en un palacio, que se conformaría con dar instrucciones, un rabí-maestro que no saldría de su escuela y únicamente establecería directrices.

Jesús es el hombre apasionado por el reino. Tanto es así, que es el primero que se pone en camino. Nos dice ese texto que recorría todas las ciudades y aldeas. No se queda parado. El amor de Dios y su reino le mueven con la fuerza de un huracán.

Y no lo hace solo de palabra, «de boquilla», como suele decirse, no se conforma con lanzar un mensaje. Su vida es acción. Por eso nos dice el texto que, a la vez que proclamaba el evangelio, curaba toda enfermedad y toda dolencia.

A diferencia de los líderes de nuestro mundo, que solo ven a la multitud como un objeto para su uso, como un montón de votos o clientes para sus negocios, Jesús, que tiene un corazón bueno, que tiene el corazón de Dios, se compadece de la gente, se vuelca con ella, escucha a todos, los sana.

¿Te mueve a ti también la Buena Noticia de Jesús?

¿Solo hablas o haces vida tus palabras?

¿Te compadeces tú también de tus hermanos?

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